Te quiero dejar una de las lecciones más difíciles de llevar a cabo

y de comprender en la vida:

A veces, lo más compasivo

que podemos hacer por otra persona,

especialmente si esa persona es importante para nosotros,

es dejar que SUFRA.

O que se equivoque, que se estrelle, que llegue a un determinado límite.


¡Sí!, ...sé que suena raro.

Y aparentemente parece muy duro.


Y no, no significa que esa persona no te importe.

Significa que has llegado a un punto 

en el que, como entrenador, mentor, maestro, 

ya no puedes seguir haciendo lo mismo,

no puedes seguir con el mismo modo en que le acompañabas,

ni con los mismos métodos, no serían eficaces. 

Y por ello, tienes que cambiar la forma de recorrer el camino junto a ella.

Y que es así, lo sabes bien, la única forma que tienes para ayudarle,

desde su propio descubrimiento.

Y, por desgracia, desde el "dolor".


Y ya sé, no es tomar el camino fácil,

porque trabajar con este tipo de compasión es lo más duro a lo que nos enfrentamos

cuando acompañamos a otro/os en su proceso de mejora.


Se convierte en un momento difícil, 

viendo a la persona que, de verdad tanto te importa, pasarlo mal.

Y sí, debes saber que estarás poniendo esa amistad o amor en riesgo. 

Que te estás jugando la relación.

Pero aún sabiéndolo, no tienes otra alternativa.


No, no es fácil...

Y me duele.