Cuando tenga pareja, seré feliz.

Cuando tenga el trabajo que deseo, me sentiré seguro.

Cuando sea mayor, me sentiré libre.

Cuando termine de estudiar, podré vivir la vida que deseo.

Cuando me jubile, descansaré.


Muchas cosas las aplazamos...

Y eso, en realidad tan sólo es aplazar la vida.

¡Que trampa mental!


Quizás sea mejor entender que,

cuando soy feliz, podré tendré una pareja con la que estaré bien.

Y que, si consigo sentirme seguro, sea más fácil encontrar el trabajo que deseo.

Pero claro, necesito que pasen más cosas, no sólo sentirme seguro.

O que, si descanso ahora, llegaré con mejor salud y bienestar 

al momento de mi jubilación, y la disfrutaré más.

Que sí ahora estudio lo que deseo, viviendo la vida que deseo también actualmente, 

la de estudiante, tendré más posibilidades de alcanzar 

el trabajo que deseo para seguir viviendo la vida que querré tener.

Y que, sólo me sentiré libre, cuando sea mayor, 

si ahora sé lo que significa ser libre. Y así lo vivo.


¿No es mejor esta segunda lectura?

Y por cierto, ¿no es la única real?

¿No es lo otro, aplazar para el futuro, una forma absurda de auto-engañarnos?


Lo que te conviene en el futuro, sólo llegará, 

si eres capaz de sentir hoy lo que te conviene sentir,

para así alcanzar el resultado que esperas.

( Y no es un juego de palabras, ¡piénsalo!)


Este es uno de los desafíos más importantes que tenemos pendiente 

en la batalla contra nuestra propia mente.


Cambia el "cuando..." por el 

HOY