Acuérdate, cuando lo necesites, de esta antigua verdad: 

el conocedor, también llamado observador, no puede existir

sin lo conocido, u observado.

La relación entre observado y lo observado es interdependiente.

Uno sin el otro, no son nada.


Oír, es oír algo.

Ver, es ver algo.

Enfadarnos, es enfadarnos con algo, o alguien.

Esperar, es esperar algo.

Pensar, es pensar en algo.


Cuando el "algo" no existe, el conocedor, u observador, 

no pueden observar o conocer.

Y cuando no hay observador, o conocedor,

el "algo", pierde su poder de ser conocido u observado.


Continente y contenido, juntos.

Un árbol que cae en un bosque no hará ruido

si no hay ningún tipo de ser que lo escuche.


No somos sin lo que observamos.

No observaremos, ni conoceremos, si no somos.